2024 / El ritmo del camino

Con curaduría de Benedetta Casini



Un ambiente inmersivo, que toma las columnas como fuentes lumínicas dinamizadas por tramas formales y cromáticas. Alrededor de los pilares unos backlights iluminarán las telas impresas con los patrones dibujados por la artista durante sus sesiones de meditación activa. Los círculos, las cruces, las flores trazadas en acuarela recubrirán enteramente las columnas, alterando así la rigidez estructural del espacio en dirección de una melodía visual. La repetición de las formas se multiplica en los elementos arquitectónicos reiterados en el espacio, convertidos por la artistas en lámparas totales que se suceden en una progresión cromática. La luz cálida, amarilla, retro-ilumina los colores pastel: los anaranjados, rojizos, corales, celeste cielo, verde lima limón conquistan los pilares de concreto, convirtiéndolos en soportes de un paisaje emocional, afectivo, que remite a una experiencia de inmersión sensorial.

“Pintar es una coreografía que la mano aprendió a bailar”, dice la artista. Con este proyecto Dana Ferrari lleva a una escala ambiental la investigación del último año: en origen era una libreta tamaño bolsillo que la artista llevaba en sus paseos a la orilla del río en Córdoba, en donde se concedía momentos de meditación activa, conectándose con el ritmo de la naturaleza y el fluir del agua. Cada página constituye el espacio de contención para el baile de la mano. La repetición de las formas sinuosas trazadas con la técnica de la acuarela implica un estado de concentración y de relajación a la vez: al igual que la meditación, abre la posibilidad de un tiempo dilatado, ajeno a la frenética aceleración de la contemporaneidad. En esta obra la acción íntima, minuciosa, se convierte en un gesto monumental: los trazos que resultan de la acción meditativa, impresos sobre telas, se amplían, toman cuerpo y tridimensionalidad, se hacen espacios para habitar. El decorativismo es llevado al extremo, en dirección de una estética y una ética de la reiteración, de la insistencia: el resultado es un ambiente acogedor, intencionalmente naive, en donde el visitador se encuentra con mantras visuales transformadores, que llevan sobre su piel la marca de otro modo de habitar el tiempo y el espacio, mediado por la sensibilidad de un cuerpo dispuesto a la íntima conexión con el ritmo de la naturaleza.